jueves, 25 de enero de 2018

LOS PLATOS ROTOS.

Siempre tiene que haber quien pague los platos rotos, para que puedan ser remplazados por otros nuevos. Eso es algo que no nos debe extrañar a estas alturas -que se lo pregunten a mis bolsillos-. Pero lo que no debería hacerse nunca, es que para pagar esos platos rotos, se eche mano, rompiendo la hucha con forma de cerdito, donde tiene sus ahorros el nene de la casa, que no hace uso de platos porque se alimenta a base de biberones.  

Cierto es que hay veces en las que uno, ante circunstancias extremas, secas todas las fuentes de financiación, y si el pago es imperativo; 

pues oye, ahí está el cerdito y... Pero a las primeras de cambio hay que reponerle el cerdito al nene, con todos sus "intestinos" en metálico.

Pero eso no es lo que hacen normalmente los gobiernos a nivel general, y ni te cuento el nuestro en particular. 

El hecho cierto; lo que nos está entrando por los ojos, es que mientras la Industria y el Comercio mayoritario de este país se están poniendo gordos como cerdos por San Martín, 

en el cuarto del nene (la mayoría de los trabajadores y jubilados), sigue sin haber sido repuesta, ni siquiera vacía, la hucha de cerdito.

Nadie discute que para tener fruto hay que cuidar al árbol; 

sin empresas sólidas no puede haber puestos de trabajo. Indiscutible; pero si el reparto de beneficios no es el que debe ser, las empresas perderán solidez, y tendrán sus almacenes superados, porque en la calle no hay nadie con dinero para comprar sus productos, que es lo que está pasando en estos momentos.

¿Es posible que haya quien discuta la necesidad nacional de que se eleven los sueldos? Así mismo se deberían revalorizar las pensiones, compensando el desfase acumulado por la percepción en los últimos años del 0,25% y, en el mismo periodo de tiempo, la subida del Coste de Vida, es cinco o seis veces mayor, reconocido por el gobierno. No se pide una subida de las pensiones, sino una reposición justificada, si tenemos en cuenta el reconocimiento a nuestro sacrificio, por parte de la ministra de Empleo y Seguridad Social, doña Fátima Bañez, dicho y firmado en la circular que recibimos todos los años en el mes de enero.

Y es que todo funcionará mejor si el dinero en vez de descansar multitudinario, enfajado, apilado, inactivo y aburrido en los bolsillos de unos pocos, se vuelve saltarín, alegre, callejero y caprichoso de todo cuanto se le ponga por delante. Así el dinero alcanza a ser un bien de ida y vuelta: las empresa paga sueldos y los asalariados lo van devolviendo, de la manera que cada uno quiere, comprando y usando todo cuanto crea el mundo de las mercaderías.

Hubo un tiempo -hace más de cuarenta años- que los abuelos hacían regalos de una cierta importancia (cadena y medalla de oro en el nacimiento y en la primera comunión; la ropa de cristianar -algo que ahora está obsoleto-, en el bautizo, y el traje o vestido en la primera comunión; por ejemplo. Ahora la hacen así ¡qué monos!), 

hoy no pueden hacer los regalos, no por que sean "roñas", sino porque la pensión apenas si da para comer. Insisto, no porque las pensiones sean bajas -se cobra por lo que se ha pagado- sino por el desproporcionado coste de los servicios, entre otros, los pagos a las distintas haciendas (nacional, autonómica y municipal), que después de pagarlos con sacrificio, te jode ver a dónde van a parar.

Eloy R. Mirayo.

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